Vendió la lechera su cántaro de leche.
Con el dinero se compró una gallina y unos huevos.
Vendió los pollos que al paso del tiempo reunió, y adquirió una ternera.
Con ella formó un hato. Lo vendió para comprarse una casa.
Y cuando tuvo casa no le fue difícil encontrar marido.
Pero el marido le salió mala cabeza. Por su culpa la lechera tuvo que vender la casa.
Con el dinero compró un hato. Pero no le fue bien, y le quedó una ternera solamente.
Nada le daba el tal animalejo, de modo que lo vendió y se compró unos pollos.
Se le murieron todos, y terminó con una sola gallina que ni siquiera ponía huevos.
-Estás acabada -le dijo alguien.
-No es cierto -respondió la lechera-. Tengo otro cántaro de leche. Con eso volveré a empezar.
Con el dinero se compró una gallina y unos huevos.
Vendió los pollos que al paso del tiempo reunió, y adquirió una ternera.
Con ella formó un hato. Lo vendió para comprarse una casa.
Y cuando tuvo casa no le fue difícil encontrar marido.
Pero el marido le salió mala cabeza. Por su culpa la lechera tuvo que vender la casa.
Con el dinero compró un hato. Pero no le fue bien, y le quedó una ternera solamente.
Nada le daba el tal animalejo, de modo que lo vendió y se compró unos pollos.
Se le murieron todos, y terminó con una sola gallina que ni siquiera ponía huevos.
-Estás acabada -le dijo alguien.
-No es cierto -respondió la lechera-. Tengo otro cántaro de leche. Con eso volveré a empezar.
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