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::: Coincidencias humanas :::

Me miraba frente al espejo y me repetía aguantandome las ganas de llorar:
¿Porqué lloras? Nó, no llores por eso, no llores por lo que nunca podrás tener, por lo que nunca podrás ser, por las veces que no estuviste, por los lugares donde nunca has estado, por las cosas que ni siquiera son y ya las estás llorando.
Llora por lo que has tenido (lo sigas teniendo o no), llorá por lo que eres o dejaste de ser, por lo que hiciste, por estar ahí justo cuando pasó, por lo que viste-oiste-hiciste, por aquellos que tuviste. Llora por todo aquello que en realidad si fué, aunque ya no lo sea o presisamente porque ya no lo es.
Pero si vas a llorar, llora por cosas de verdad, nunca por lo que no ÉS.
Si vas a llorar que sea bien, que sea con ganas, con todas las ganas, nunca lágrimas fantasmas, lágrimas sin verdad.
... Justo lo pensé sin que me lo dijeran
... y trajiste directo a mis manos "Un Cántaro de Leche"
Gracias Daniel
Y entonces, lloré

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::: Monólogo

. . Que si soy una romántica? Mil veces respondí: obvio que no!! Pensar en sueños rosas me daba comezón y la nariz fruncida era un acto reflejo inevitable. La pareja ideal? El hombre de mi vida? Un amor para siempre? Que tontería, eso sólo pasa en las novelas de la tele y eso es para mujeres pendejas sin cerebro, perdón pero yo si estudié. El amor para siempre no existe, la fidelidad entre dos es sólo un cliché, lo de ser «la mujer de alguien» es para mujeres sumisas y sin aspiraciones, yo soy mucho más que eso, yo no necesito de un hombre para vivir, no necesito que nadie me mantenga, a quién deber explicaciones o peor aún pedir permiso, alguien que se crea dueño de mi tiempo y de mi vida. No, yo soy una mujer libre y feliz, completamente independiente, con sueños que convierto en realidades y que me llevarán lejos por el mundo, seré un ejemplo de mujer exitosa y soberana, de grandes logros, auténtica, loca, apasionada y nuevamente libre y feliz. Es que, de verdad, piénsalo:

::: Breve coincidencia

Yo iba pasando por ahí, pasaría unos meses o semanas. Asomaba mi cabeza por el pasillo común de la vecindad aquella, pensando cómo distraer mi cabeza del diario caminar, de la mudanza, el desmadre de mi nueva habitación y los asuntos sin resolver del cachorro al que ahora debía cuidar también. Estaba por sacar la cajetilla, del bolsillo de mi desgastado pantalón desgastado azul, cuando escuché el tronar de los metales rozarse. Miré de lado hacia arriba, no mas de 45° y le ví. Flaca y escurrida, pálida como recién amanecida. Un camisón de un blanco amarillento como el de la tela vieja o mal lavada, -seguramente vive sola, de haber estado con su madre su camisón sería de un blanco reluciente- pensé. Ese camisón tenía detalles lindos de olanes con encaje que enmarcaban sus tetillas pellizcadas casi imperceptibles y mostraba el inicio de un cuello largo sosteniendo su cabeza no tan redonda pero colocha colocha. Su despeinado cabello reforzó la idea de estar recién levantada de la cama, eso