Esas montañas me recuerdan a ti, esas curvas que al mirarlas solo pienso en recorrerlas de inicio a fin, que importa si me lleva un par de horas o toda una vida recorrerlas, conocerlas, sufrirlas o dominarlas. Esas noches me recuerdan a ti, oscuras como tú negra cabellera, profundas como tú mirada penetrante, brillantes como tu piel con la luz de la luna, silenciosas como tú voz de respuestas a preguntas sobradas y eternas como el aroma de tu ser.
Ese río me recuerda a ti, su corriente imposible como el intentar dominarte o pasiva como cuando pierdes el interés, su transparencia a través de la cual puedo mirar los peces y sus escondites es como tu hablar y sus palabras que no esconden tu sentir, sus aguas frescas como tu baile desnudo o ardientes como tus besos apasionados y caricias insaciables. Ese amanecer me recuerda a ti, a la calma que me das con tan solo un abrazo, el sol saliendo y su brillo inspirador son como tus palabras de aliento en los momentos más oscuros, como un óleo pintado en perfectas reproducción de tu esplendor.
Y ese fuego... Ese fuego del volcán... Ese fuego eres tú misma en cada momento, en cada lugar, en cada instante que a tu lado me encuentro y que por más que intento no puedo controlar esto que siento entero por ti. Ese fuego que eres tú misma y tú esencia y tu espíritu y tú mente y tú cuerpo entero y tú ser y toda tu, TODA.
Y así la vida entera, el mundo completo, el universo y todo los existente podría caber en tu figura y en tu alma. Y así yo, en entero embelesado y entregado a seguir mirándote donde sea que vengo, donde sea que voy.
Comentarios