Te odio por ser una "Puta". Te odio porque tu cuerpo sea de más de uno sólo, por no ser sólo para mí.
Te odio porque sabiendo todos ellos que no eres de ninguno, continúan siguiéndote cada que sus amnegadas esposas, madres, hijas, guardias engañadas, se cansan de decirles en silencio "...quédate conmigo".
Te odio por esa mirada tuya retadora, imponente, dominante. Aquella que me hace reventar de ira y de dolor.
Te odio por tus manos que despiertan hasta al más muerto, por esa boca, tú boca, boca para los dioses, boca de deleites envenenados.
Te odio porque gritas desgarrada de placer cuando estallan dentro y fuera de tí, cuando sus ríos de aguas turbias te recorren los caminos andados por potros salvajes, lobos solitarios, chupamirtos viajeros, gavilanes y zopilotes desesperados por carroña.
Te odio por cantar cuando cepillas tu cabello, desnuda frente al espejo, sentada en la orilla de la cama, lado a la ventana abierta de tu roja habitación, dónde sabes del otro lado te espían.
Te odio porque te gusta ser una "Puta".
Te odio por sonreir cuando te veo de lejos y sólo te veo.
Te odio por saberte bella, por saberte tan buena, por soberbia, por presumida, por ser tan fabulosamente mujer.
Pero mujeres no todas Putas. Aún así las odio a todas hoy, por no ser las Putas ellas y no tú.
Las odio a todas y en ese transcurso diminuto te dejo de odiar a tí. Es entonces cuando te amo con locura y desesperación, con la misma intencidad con la que te odio después y de nuevo al unisono que me pides te pague con dinero y no con mi amor.
Ahí es cuando me visto, te pago, me voy y te digo llorando de nuevo:
Te odio por "Puta".
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