Ir al contenido principal

Una historia que soñé vivir...

No tenía nada definido. Quería estar a su lado y tener una vida juntos, una familia, pero no quería enfrentarse de nuevo a las constantes molestias existentes entre los dos. Recordaba aquellas cosas que la hacían suspirar, soñar, saber que nunca antes se había sentido tan amada, deseada. Aún así decidía estar sin él.

Se propuso estar sola mientras solucionaba su vida, para que una vez resuelto aquello (lo que le molestaba e impedía estar con él), se diera a la tarea de buscarlo y conquistarlo para entonces ser de nuevo lo que la primera vez.

Parte de esta despedida temporal involucraba recuperar las imágenes que recordaban aquellos momentos dejados atrás. Además, bien podría ser un pretexto más para verse de nuevo, qué más da si era para decirse “adiós”... de esos "Adioses-Buenos días”.

Con la cara triste pero mirada maliciosa, se pone el vestido que le regaló en su cumpleaños. Se enchina las pestañas a un grado regular (siempre dijo que se le veían mejor), las pinta con aquel cepillo que las alarga y engrosa. Da profundidad a su mirada con un delicado lápiz “Negro Abismal”, delinea el contorno de sus ojos, alarga la comisura externa con una despistada línea proyectada en espiral. Y dibuja a lo largo dos ligeros Puntos Suspensivamente Aparate. Toma aquel lápiz labial “Ternura de Primavera” y lo desliza sobre sus labios.

Toma su bolsa de mandado, la de los plásticos salidos, la deshilachada y guarda en ella un sweter blanco, el que se abrocha con el primer botón bajo la línea del busto, para dejar ver un poco ese ligero escote del vestido. Rocía el Perfume de Gardenias en su cuerpo desde lejos para cubrir más superficie, toma sus llaves y sale a su “encuentro final”.

Toma un taxi para llegar pronto (a él le choca esperar y no quiere incomodarlo hoy). Si se va, será dejando una buena impresión para que siempre la recuerde.

-Aquí está bien Señor gracias, en el edificio de en medio.
-Son Veinte pesos.
-Tenga, gracias. Que tenga buen día.

Baja con cuidado y deja un esbozo de su aroma, el cuál queda atrás por el humo del mofle del bocho viejo mal pintado de verde. Levanta el rostro hacia su ventana.

-Espero que sí esté. Quizás debí haber avisado. Si no lo encuentro le dejaré una nota, si la deslizo seguro cae justo a los pies de su cama –Pensaba ella.

Arriba muy poco ruido.

Llega el elevador al piso correspondiente, abre la puerta quietamente. Ella viendo hacia el piso para evitar los nervios de saberse ahí. No solo bajan, también van a subir. Una pareja, recién juntados al parecer. Tomados de la mano entran al elevador. La chica del vestido verde baja sin percatarse de ellos dos y continua con la mirada al piso. Nunca mira los rostros.

El parece reconocer algo en esas manos delgadas que se acomodan el vestido, el escote aquel. Sí, la sabe, pero callado continúa su camino y pide planta baja al elevador.

Cierra la perta del elevador acompañado de un suspiro y ojos empezando a humedecerse.

Ella toca la puerta, nadie abre. Al parecer él ya no está.

Comentarios

Entradas populares de este blog

::: Monólogo

. . Que si soy una romántica? Mil veces respondí: obvio que no!! Pensar en sueños rosas me daba comezón y la nariz fruncida era un acto reflejo inevitable. La pareja ideal? El hombre de mi vida? Un amor para siempre? Que tontería, eso sólo pasa en las novelas de la tele y eso es para mujeres pendejas sin cerebro, perdón pero yo si estudié. El amor para siempre no existe, la fidelidad entre dos es sólo un cliché, lo de ser «la mujer de alguien» es para mujeres sumisas y sin aspiraciones, yo soy mucho más que eso, yo no necesito de un hombre para vivir, no necesito que nadie me mantenga, a quién deber explicaciones o peor aún pedir permiso, alguien que se crea dueño de mi tiempo y de mi vida. No, yo soy una mujer libre y feliz, completamente independiente, con sueños que convierto en realidades y que me llevarán lejos por el mundo, seré un ejemplo de mujer exitosa y soberana, de grandes logros, auténtica, loca, apasionada y nuevamente libre y feliz. Es que, de verdad, piénsalo:

::: Breve coincidencia

Yo iba pasando por ahí, pasaría unos meses o semanas. Asomaba mi cabeza por el pasillo común de la vecindad aquella, pensando cómo distraer mi cabeza del diario caminar, de la mudanza, el desmadre de mi nueva habitación y los asuntos sin resolver del cachorro al que ahora debía cuidar también. Estaba por sacar la cajetilla, del bolsillo de mi desgastado pantalón desgastado azul, cuando escuché el tronar de los metales rozarse. Miré de lado hacia arriba, no mas de 45° y le ví. Flaca y escurrida, pálida como recién amanecida. Un camisón de un blanco amarillento como el de la tela vieja o mal lavada, -seguramente vive sola, de haber estado con su madre su camisón sería de un blanco reluciente- pensé. Ese camisón tenía detalles lindos de olanes con encaje que enmarcaban sus tetillas pellizcadas casi imperceptibles y mostraba el inicio de un cuello largo sosteniendo su cabeza no tan redonda pero colocha colocha. Su despeinado cabello reforzó la idea de estar recién levantada de la cama, eso