Vivir en sueños no está mal de vez en cuando, hacer de nuestras vidas una fantasia, ver una película y ser parate ella, uno de sus personajes, que sea nuestra historia y vivamos amores, separaciones, guerras, muertes, mutilaciones, reencuentros, amor, paz, música. Ver sus ojos y perderse en ellos, nadar en aguas tornasol, efecto LSD. No saber si las estrellas vienen o van, ser parte del baile de graduación, del eterno campo de fresas. Verla en Slow Dawn y mirarte caminar entre nubes. Confndir colores y escuchar palabras y melodías que no estaban ayer. Si nos quedamos en ellas o decidimos regresar no importa en ese momento nada más que estar ahí y sentirte libre de haberlo elegido.
Siento de nuevo los efecto de la abstinencia, ese vacío continuo que inicia en la boca del estómago y se extiende hasta debajo del ombligo. Volvió la taquicardia sincronizada con mi respiración. Las extremidades temblorosas y la mente suicida. Pero calma, que es temporal, lo sabemos bien. Indeseable... sí, pero pasajera, estaremos bien.
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