Vivir en sueños no está mal de vez en cuando, hacer de nuestras vidas una fantasia, ver una película y ser parate ella, uno de sus personajes, que sea nuestra historia y vivamos amores, separaciones, guerras, muertes, mutilaciones, reencuentros, amor, paz, música. Ver sus ojos y perderse en ellos, nadar en aguas tornasol, efecto LSD. No saber si las estrellas vienen o van, ser parte del baile de graduación, del eterno campo de fresas. Verla en Slow Dawn y mirarte caminar entre nubes. Confndir colores y escuchar palabras y melodías que no estaban ayer. Si nos quedamos en ellas o decidimos regresar no importa en ese momento nada más que estar ahí y sentirte libre de haberlo elegido.
... Ese día estabas vestido de amarillo, con esa gabardina parecías un canario brincolin. Recuerdo que fue muy divertido verte llegar, te marqué porque yo ya te había visto caminar hacia el encuentro, pero tu no sabías exactamente dónde estaba yo, así que te di un par de instrucciones antes y te dije a la distancia que bailaras mientras caminabas para verificar si eras tú quien venía. Sinceramente creí que no lo harías, pero me sorprendiste bailando en plena plaza capital entre la gente zombie. Desde donde estaba lograba ver tu sonrisa enorme y perfecta, siempre me enamoraron tus dientes ordenados en fila enmarcados por tus labios que aún recuerdo entre los míos. Yo estaba esperándote en la cafetería esa de la esquina, hacía frío y ya era de noche, pero yo no sentía más que un calor nervioso y constante, tenía años que no sentía eso que llaman “mariposas en la panza”. Pero esa noche no dejaban de hacer toda una revolución dentro mío como si quisieran salir haciendo fiesta. Vaya que...
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