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Aprendiendo a colorear

Mi mamá me enseñó a dibujar.

Ella me enseñó que la mejor forma de no salirme de la línea es marcando primero toda la orilla de manera gruesa y después rellenar del centro hacia afuera de la figura, el marco interno dibujado primero evitaría que me saliera del contorno original.

También me enseñó a colorear con pollito de colores, tomaba un cúter o navaja de las de rasurar de mi papá y rallaba el grafito de los lápices de colores haciendo polvito con el que después con ayuda de su dedo, un papel o algodón, tallaría sobre el papel para colorear tan lindo que parecieran nubes esparcidas por la hoja.

Me explicó que la mejor forma de dejar un dibujo lindo era coloreando siempre en la misma dirección. Si primero dibujaba de arriba hacia abajo y después de derecha a izquierda y después en círculos, mis dibujos siempre terminarían rayoneados como "de kinder" y ella sabía que yo podía hacerlo mejor. 

Por si no fuese suficiente, me enseñó también a difuminar mis coloreadas una vez terminadas, usaba papel de baño, servilletas o sus dedos para eso, pues pese a los múltiples consejos y enseñanzas de como colorear, ocasionalmente terminaban mis dibujos ligeramente disparejos.

Y como era experta en "trucos de coloreadas para dummies", aparte de todo lo anterior, tenía un truco maravilloso que era la goma borradores de tachones y salidas de líneas y contornos, pues por si resultase yo un poquito necia con el asunto de rebasar las líneas, uno de los toques maestros era borrar esas imperfecciones con la goma cafe de migajón o la famosa de dos colores para lápices necios y los rayones mas difíciles.

Como podrán ver, mi mamá no solo era una experta coloreando sino además una apasionada de las revistas para iluminar. Si algo nunca me faltaban, eran libritos de barbie o la familia Telerin para practicar sus enseñanzas.

Sin duda mis habilidades creativas se las debo, pero especialmente estas que les platico me enseñaron mucho más. De ella aprendí a amar los colores, al grado que no solo quería verlos en papel, quería verlos en todas partes: en mis zapatos, en mis jeans, en mi cabello, en las personas, en la calle, en el cielo, en las flores, en la vida y mundo entero.

Le aprendí a colorear mi vida entera para nunca verla gris, le aprendí a colorear soles grandes, tan redondos, amarillos deslumbrantes y con rayos que te alcanzan a tocar, que nunca se apagan y que te demuestran que siempre hay aunque sea un ratito de luz para ti.

Le aprendí a dibujar nubes con figuras divertidas y traviesas que cuentan cuentos en el cielo si las sabes ver. Y también le aprendí a dibujar vientos juguetones que se las llevan y arrastran lejos cuando dejan de ser blancas y divertidas como algodón de azúcar y se convierten en grises nubes que tapan tu sol y no te dejan ver, esas que te ponen tristes y te dan ganas de llorar.

Me enseño sin quizás darse cuenta a ver la vida llena de colores, siempre llena de colores, tantos!!! Me enseñaste a pintar mi vida entera y no querer jamás la obscuridad. Me enseñaste a vivir y ser feliz, siempre feliz.

Me enseñaste tantas cosas mamá, que hoy deseo pintarte un cielo tan hermoso que quieras vivir ahí, pintarte un jardín y que desees verte abrazada de un árbol ahí, pintarte flores de colores que huelas cada que me recuerdes.

Te extraño tanto mamá, que hoy recuerdo hasta las mas simples enseñanzas y se convierten en tan valiosas lecciones de vida.

Te extraño tanto que no quisiera dejarte nunca de escribir aun y cuando se que mañana no querré levantarme para ir a trabajar.

Te extraño tanto que el alma se confunde entre llorar de felicidad o de añoranza de tus brazos, de tus besos, de tus palabras hermosas, de tus ojos tiernos, de voz tan dulce.

Dicen que no te debo de llorar pero aun no aprendo como hacerlo, eso nunca me lo enseñaste mamá. 

Te amo.

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