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::: Me peiné con tu peine

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Le rugía el estómago, creo que no había cenado nada.
Había dejado de fumar y eso le generaba ansiedad profunda. Lo sabía porque sus dedos ya no olían a tabaco quemado.
Sus ojos se veían cansados, lo cual me deja claro que está por cruzar, pero aún no da el paso final.
Dejó de usar su perfume dulce: ya no quiere oler a niña suave, aunque eso deje notar su olor a día pesado, citadino y asquerosamente multitudinario.
Su piel se ve reseca, sigue sin tomar agua suficiente, cree que con eso dejarán de fluir.
Sus labios blancos me hacen pensar que dejó de besar bocas inquietas.
Su cuello ya no deja ver la sensualidad de tronco largo de jacaranda, cuyas raices torcidas y simetricamente organizadas, delimitaban la belleza de hombros desnudos.
Dejó caer la ropa y miro desde la punta de su cabello hasta la punta de sus pies.
Pese a todo, su cuerpo aún luce tan bello.
Pese a todo, su mirada continúa sosteniendo mis deseos.

Su mirada perdida, su mirada profundamente perdida, su mirada aparentemente esquiva.

Pero no, hay algo en su mirada que me atrapa. Pese a que el motivo de mi presencia aquí: en sus manos, era uno completamente diferente. Lo era, desde mi origen animal.

Mi origen vanal se transformó al momento en el que la profundidad lejana penetró el agua del lago vertical. Me convirtió en objeto doloso sin preguntar.

Pero aquí, ante este vacío tramposamente doble moralista, me he perdido. Y ahora, solo quiero pensar en acariciarte, rasguñarte, jalarte, arrancarte un poco ...




... "fragmentos de conversaciones inanimadas"


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