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::: Debo aprender

. . Debo aprender a dejar de decirte que te quiero, porque cada que lo hago regresan a mi los días en que todo estaba bien. Recordando esos días comienza el hormigueo de manos y la necesidad de cerrar los ojos y olerte otra vez. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero, porque cada que lo pienso miro de nuevo tus ojos grandes y caidos de los lados con una ternura que, aunque no siempre, me sabías dar. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero porque cada que lo siento me doy cuenta que además te amo. Pero decir te amo ahora ya no suena igual. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero porque no haremos nada diferente hoy, porque no sabemos y porque no queremos. Porque si quisieramos no estaríamos así: tu allá y yo acá, lejos, esperando nada, dejando entrar a todos, dejando puertas abiertas y cansados dejarnos ir. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero porque de encerrarnos, uno de los dos va a sufrir más y no quiero ser yo. Debo aprender. Debo desprender. Debo reprender.

... desde el asiento trasero de la miniban

desde donde miro como se aleja mi camino.

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::: Monólogo

. . Que si soy una romántica? Mil veces respondí: obvio que no!! Pensar en sueños rosas me daba comezón y la nariz fruncida era un acto reflejo inevitable. La pareja ideal? El hombre de mi vida? Un amor para siempre? Que tontería, eso sólo pasa en las novelas de la tele y eso es para mujeres pendejas sin cerebro, perdón pero yo si estudié. El amor para siempre no existe, la fidelidad entre dos es sólo un cliché, lo de ser «la mujer de alguien» es para mujeres sumisas y sin aspiraciones, yo soy mucho más que eso, yo no necesito de un hombre para vivir, no necesito que nadie me mantenga, a quién deber explicaciones o peor aún pedir permiso, alguien que se crea dueño de mi tiempo y de mi vida. No, yo soy una mujer libre y feliz, completamente independiente, con sueños que convierto en realidades y que me llevarán lejos por el mundo, seré un ejemplo de mujer exitosa y soberana, de grandes logros, auténtica, loca, apasionada y nuevamente libre y feliz. Es que, de verdad, piénsalo:

::: Breve coincidencia

Yo iba pasando por ahí, pasaría unos meses o semanas. Asomaba mi cabeza por el pasillo común de la vecindad aquella, pensando cómo distraer mi cabeza del diario caminar, de la mudanza, el desmadre de mi nueva habitación y los asuntos sin resolver del cachorro al que ahora debía cuidar también. Estaba por sacar la cajetilla, del bolsillo de mi desgastado pantalón desgastado azul, cuando escuché el tronar de los metales rozarse. Miré de lado hacia arriba, no mas de 45° y le ví. Flaca y escurrida, pálida como recién amanecida. Un camisón de un blanco amarillento como el de la tela vieja o mal lavada, -seguramente vive sola, de haber estado con su madre su camisón sería de un blanco reluciente- pensé. Ese camisón tenía detalles lindos de olanes con encaje que enmarcaban sus tetillas pellizcadas casi imperceptibles y mostraba el inicio de un cuello largo sosteniendo su cabeza no tan redonda pero colocha colocha. Su despeinado cabello reforzó la idea de estar recién levantada de la cama, eso