. . Debo aprender a dejar de decirte que te quiero, porque cada que lo hago regresan a mi los días en que todo estaba bien. Recordando esos días comienza el hormigueo de manos y la necesidad de cerrar los ojos y olerte otra vez. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero, porque cada que lo pienso miro de nuevo tus ojos grandes y caidos de los lados con una ternura que, aunque no siempre, me sabías dar. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero porque cada que lo siento me doy cuenta que además te amo. Pero decir te amo ahora ya no suena igual. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero porque no haremos nada diferente hoy, porque no sabemos y porque no queremos. Porque si quisieramos no estaríamos así: tu allá y yo acá, lejos, esperando nada, dejando entrar a todos, dejando puertas abiertas y cansados dejarnos ir. Debo aprender a dejar de decirte que te quiero porque de encerrarnos, uno de los dos va a sufrir más y no quiero ser yo. Debo aprender. Debo desprender. Debo reprender.
... desde el asiento trasero de la miniban
desde donde miro como se aleja mi camino.
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