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Muchos de nosotros tenemos en nuestro haber, una lista de errores por zurcir.
Esta lista es mas larga o mas corta en cada uno, pero ahí está invariablemente.
Sin importar la gravedad de los mismos, el hecho es que no estamos libres de equivocarnos.
Es por ello, que no cabe pensar en un: "te perdono", cuando alguien falla en los actos que esperábamos de él/ella hacia nosotros. Lo anterior sería imperdonablemente hipócrita.
En lo personal, mi lista es larga, no siempre tan graves y no siempre tan inocentes. Así que me declaro culpable de una lista de errores libertadora de mis atacantes culposos o no.
Ahora bien, si en efecto, en las líneas anteriores asumí que el decir: "te perdono" sería hipocresía; no así la frase: "te ofrezco mis disculpas".
Pues si bien, no somos nadie para "perdonar" al otro, pues terminamos siendo igual de pecadores; sí somos quien para arrepentirnos, avergonzarnos, apenarnos y por lo tanto disculparnos de nuestros errores. Es de humanos y es de sabios también.
Así que, ofrezco mis disculpas a los que en su momento lastimé, engañé, mentí, ofendí.
Pido disculpas y aligero este peso con el que no debemos cargar por responsabilidad con nuestra propia felicidad.
Y una vez ofrecidas mis disculpas, volteo el rostro tibio y dirijo una sonrisa al cielo rosa y morado de un atardecer cálido y sin remordimientos.
Espero cada uno de ustedes pueda sentir el calor de esas tardes cerca, muy cerca.
... con calma y calor, dejo un beso en la esquina inferior derecha y retorcida de esta declaración.
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