--------------- Serie: Catorces de Febrero --------------- ** Un Catorce de Febrero: "Rompecabezas, Dejavús" **
Parecía que sabían lo que iba a suceder: …
… : el suelo se cimbró, las paredes de las construcciones se estremecieron para después desmoronarse, los árboles más cercanos se desplomaron como lo iba a hacer la Torre de Pisa, las personas más cercanas ensordecen con el estruendoso rugir y voltean asombradas, asustadas, ignorantes, hollinosas. Aquél hombre, acaba de morir.
Huele a polvo, mugre, gasolina, a quemado, a pólvora recién prendida y consumida por completo, a carne recién cortada, desgarrada y devorada por las llamas. Las escenas se presentan lentas, el tiempo se detuvo para todos… en especial para Él.
Podía observarse el polvo como espirales similares a las que emite el humo de un cigarro consumiéndose, con menos colores pero las mismas convoluciones. Puede que sin querer incluso haya caído un pedazo de “corazón”, o de brazos, piernas, pies descalzos, pene, ojo, tripa, lengua, boca, un trozo de piel… en las gorditas de la esquina con “Sevilla”.
El hombre trae algo en las manos, ¿Acaso será su corazón, …o su cerebro? Nunca lo supimos, estaba dentro de un recubrimiento plástico del color del petróleo puro, una bolsa negra como Su interior (no el de Él, por supuesto).
Fue un acto repetido: la primera cuando la vió por primera vez, la segunda cuando lo enteró de que aquella, habría sido la última.
Ya no sabe si es de día o es de noche, sólo sabe que ésa sería su última noche. Sólo sabe que no hay nada de luz, si acaso esbozo de resplandor lunar, decían que pronto habría un eclipse.
¡Sus ojos! ¡Qué bellos ojos!
¡Su cuerpo! ¡Qué bello cuerpo!
¡Su voz! ¡Qué dulce voz!
¡Su amor! …Su amor …su amor …ojalá supiera de Ello que decir…
Seguro su voz es dulce: más que la miel, igual que sus caricias, menos que sus palabras. Melancólica, más que un tremendo bluess, igual que una “Película Triste”, menos que su mirada.
Ciertamente un sleeping-bag para mis “noches vagabundo”.
No es falaz como un algodón de azúcar, ésta no desvanece al contacto con mi saliva, mi lengua, el roce con mis labios.
La imaginó, la miró, la descubrió, se le acercó, la arribó, la interrogó, se presentó, intentó conocerla, volvió a verla, la citó de nuevo. Ya enamorado, continúa imaginando, idealiza. Pensando en la siguiente cita, compra rosas, chocolates, escribe un poema donde expresar lo que ella le significa, tiene todo un Plan de Vida juntos. Llega puntual, dispuesto, enamorado.
Diez minutos, treinta, una hora, dos...
[
]
…también suspiró.
… Y entonces… explotó la bomba molotov. Sin que nadie pudiese hacer algo al respecto para evitarlo. A pesar de eso, parecía que sabían lo que iba a suceder…
… : el suelo se cimbró, las paredes de las construcciones se estremecieron para después desmoronarse, los árboles más cercanos se desplomaron como lo iba a hacer la Torre de Pisa, las personas más cercanas ensordecen con el estruendoso rugir y voltean asombradas, asustadas, ignorantes, hollinosas. Aquél hombre, acaba de morir.
Huele a polvo, mugre, gasolina, a quemado, a pólvora recién prendida y consumida por completo, a carne recién cortada, desgarrada y devorada por las llamas. Las escenas se presentan lentas, el tiempo se detuvo para todos… en especial para Él.
Podía observarse el polvo como espirales similares a las que emite el humo de un cigarro consumiéndose, con menos colores pero las mismas convoluciones. Puede que sin querer incluso haya caído un pedazo de “corazón”, o de brazos, piernas, pies descalzos, pene, ojo, tripa, lengua, boca, un trozo de piel… en las gorditas de la esquina con “Sevilla”.
El hombre trae algo en las manos, ¿Acaso será su corazón, …o su cerebro? Nunca lo supimos, estaba dentro de un recubrimiento plástico del color del petróleo puro, una bolsa negra como Su interior (no el de Él, por supuesto).
Fue un acto repetido: la primera cuando la vió por primera vez, la segunda cuando lo enteró de que aquella, habría sido la última.
Ya no sabe si es de día o es de noche, sólo sabe que ésa sería su última noche. Sólo sabe que no hay nada de luz, si acaso esbozo de resplandor lunar, decían que pronto habría un eclipse.
¡Sus ojos! ¡Qué bellos ojos!
¡Su cuerpo! ¡Qué bello cuerpo!
¡Su voz! ¡Qué dulce voz!
¡Su amor! …Su amor …su amor …ojalá supiera de Ello que decir…
Seguro su voz es dulce: más que la miel, igual que sus caricias, menos que sus palabras. Melancólica, más que un tremendo bluess, igual que una “Película Triste”, menos que su mirada.
Ciertamente un sleeping-bag para mis “noches vagabundo”.
No es falaz como un algodón de azúcar, ésta no desvanece al contacto con mi saliva, mi lengua, el roce con mis labios.
La imaginó, la miró, la descubrió, se le acercó, la arribó, la interrogó, se presentó, intentó conocerla, volvió a verla, la citó de nuevo. Ya enamorado, continúa imaginando, idealiza. Pensando en la siguiente cita, compra rosas, chocolates, escribe un poema donde expresar lo que ella le significa, tiene todo un Plan de Vida juntos. Llega puntual, dispuesto, enamorado.
Diez minutos, treinta, una hora, dos...
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…también suspiró.
… Y entonces… explotó la bomba molotov. Sin que nadie pudiese hacer algo al respecto para evitarlo. A pesar de eso, parecía que sabían lo que iba a suceder…
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