Yo iba pasando por ahí, pasaría unos meses o semanas. Asomaba mi cabeza por el pasillo común de la vecindad aquella, pensando cómo distraer mi cabeza del diario caminar, de la mudanza, el desmadre de mi nueva habitación y los asuntos sin resolver del cachorro al que ahora debía cuidar también. Estaba por sacar la cajetilla, del bolsillo de mi desgastado pantalón desgastado azul, cuando escuché el tronar de los metales rozarse. Miré de lado hacia arriba, no mas de 45° y le ví. Flaca y escurrida, pálida como recién amanecida. Un camisón de un blanco amarillento como el de la tela vieja o mal lavada, -seguramente vive sola, de haber estado con su madre su camisón sería de un blanco reluciente- pensé. Ese camisón tenía detalles lindos de olanes con encaje que enmarcaban sus tetillas pellizcadas casi imperceptibles y mostraba el inicio de un cuello largo sosteniendo su cabeza no tan redonda pero colocha colocha. Su despeinado cabello reforzó la idea de estar recién levantada de la cama, eso me pareció gracioso pues eran casi las 2 de la tarde, yo ya lleva horas despierto, había desayunado ya mi respectivo pan con café (y ron) y el cigarro matutino, estaba completo. Me preguntó:
- ¿Qué buscas acá arriba?
- ¿Perdón?
- Perdón de qué, si no te he reclamado nada, solo te pregunto, ¿Qué buscas acá arriba?
- Ah! – respondí confundido. – Nada, busco a un ave de metal, escuché su agudo graznido y me dio curiosidad ver de donde venía volando y que le hizo sonar.
Me vio con cara de chico raro.
- Siempre me tocan vecinos así, buscando aves de guerra en vez de aves de paz. ¿Tu te quedas mucho tiempo, o te vas pronto sin avisar también?
- Aún no estoy seguro, vengo de paso, pero decirlo así suena obvio en nuestra condición, ¿no crees? Es decir, ¿quién no está de paso en esta vida momentánea?
- Hm! – expresó en un brevísimo suspiro de burla con una sonrisa chueca, mientras movió su cuerpo en un ligero balanceo inconsciente. Sentí una extraña sensación de incitación a bailar.
- ¿Y tú? -le pregunté
- ¿Yo qué? – respondió enrarecida y sarcástica.
- ¿Tu estás de paso, o llevas mucho tiempo acá?
- Llevo toda la vida, casi 36. Pero aquí tan solo unas semanas, casi 32. Quizás me quede más, tiene bonita vista este lugar.
Nada mas cierto que esa afirmación.
- Tienes razón, me gusta la vista de este lugar.
- ¿Qué buscas acá arriba?
- ¿Perdón?
- Perdón de qué, si no te he reclamado nada, solo te pregunto, ¿Qué buscas acá arriba?
- Ah! – respondí confundido. – Nada, busco a un ave de metal, escuché su agudo graznido y me dio curiosidad ver de donde venía volando y que le hizo sonar.
Me vio con cara de chico raro.
- Siempre me tocan vecinos así, buscando aves de guerra en vez de aves de paz. ¿Tu te quedas mucho tiempo, o te vas pronto sin avisar también?
- Aún no estoy seguro, vengo de paso, pero decirlo así suena obvio en nuestra condición, ¿no crees? Es decir, ¿quién no está de paso en esta vida momentánea?
- Hm! – expresó en un brevísimo suspiro de burla con una sonrisa chueca, mientras movió su cuerpo en un ligero balanceo inconsciente. Sentí una extraña sensación de incitación a bailar.
- ¿Y tú? -le pregunté
- ¿Yo qué? – respondió enrarecida y sarcástica.
- ¿Tu estás de paso, o llevas mucho tiempo acá?
- Llevo toda la vida, casi 36. Pero aquí tan solo unas semanas, casi 32. Quizás me quede más, tiene bonita vista este lugar.
Nada mas cierto que esa afirmación.
- Tienes razón, me gusta la vista de este lugar.
... aquí, mirando nada más
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