. . Llego de trabajar, estoy tan cansada, que lo primero que hago es quitarme toda esta ropa que traigo encima. Primero los zapatos altos, vuelan y se azotan con el marco de mi cama y la puerta corrediza de mi closet. Al mismo tiempo que mis pies se sacuden para despojarse de los incómodos zapatos, jalo mi cabello intentando quitarme la liga que lo aprieta, quiero descansar de este dolor de cabeza que me mata. Mis ojos cansados piden desesperados sacar el maquillaje de mis pestañas, me pesan. Los colores que hace unas horas resaltaban mi mirada, ahora lucen apagados y enrojecen mi conjuntiva. Camino por mi pasillo del cuarto de mi habitación al baño. Giro la llave del agua caliente. Me quito la blusa, ya no traigo cinturón. El pantalón desabotonado no baja por si solo, mis caderas lo detienen. Empieza a salir vapor del cubículo de mi regadera y entonces mi inclino para bajar un poco a fuerza mis pantalones. Ya en ropa interior, me miro en el espejo. E...