Rareza impávida, descarada. Esa era su carta de presentación. Musical, espiral, coreográfico, subliminal, criminal, bestial y atrozmente impasible, tornasol, bipolar, escultor, escritor, soñador, creador, volador, viajero, nómada por naturaleza, tanto que sigo sin poder englobarlo todo. Lejano (pero mío), cercano (seguía siendo mío), mío (y suya yo), suya (mío él), cercana (suya pero algo incapaz), lejana (él espectante, intuitivo), lo perdí, suya de nuevo, lejano (queriendo ser suya), solos los dos. Suya (resignado), suya (inconforme), suya (enojado), suya (quejoso, reclamante), suya (suyo), suya (vengativo), solos los dos. Suyos (mentirosos, lástima el uno del otro). [ ... -y en este lapso, tantas cosas- ... ] Y ahora...? Vacía de nuevo, casi olvidaba como se sentía esto. Esperando, preparándo un orgasmo interrumpido, adrenlinado, explosivo, y... solita...