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::: Una línea nada más

 No supe ni cuando dejé de extrañarte.

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::: Ama

... Ese día estabas vestido de amarillo, con esa gabardina parecías un canario brincolin. Recuerdo que fue muy divertido verte llegar, te marqué porque yo ya te había visto caminar hacia el encuentro, pero tu no sabías exactamente dónde estaba yo, así que te di un par de instrucciones antes y te dije a la distancia que bailaras mientras caminabas para verificar si eras tú quien venía. Sinceramente creí que no lo harías, pero me sorprendiste bailando en plena plaza capital entre la gente zombie. Desde donde estaba lograba ver tu sonrisa enorme y perfecta, siempre me enamoraron tus dientes ordenados en fila enmarcados por tus labios que aún recuerdo entre los míos. Yo estaba esperándote en la cafetería esa de la esquina, hacía frío y ya era de noche, pero yo no sentía más que un calor nervioso y constante, tenía años que no sentía eso que llaman “mariposas en la panza”. Pero esa noche no dejaban de hacer toda una revolución dentro mío como si quisieran salir haciendo fiesta. Vaya que

::: Cuatro gracias que antesceden un silencio necesario

. . El primero, un agradecimiento sincero y cortéz, acompañado de una explicación del futuro silencio. El segundo, un agradecimiento que procede una corta afirmación. El tercero, un agradecimiento finalista de una petición en negativa. Un: por favor, a la declaratoria repetitiva de silencio. Pero no, como aparente necedad natural e inherente a tu género acaparador, continúas tu discurso apabullante y entrometido. Su cuidado en no ofenderte por tu falta de pericia en nunca leer lo explícito, da venida al cuarto y definitivo: Sí, "muchas gracias" .... Dejaré mis espacios a la guarda de silencios quebrantados por tu voz . .