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Mostrando entradas de junio, 2014

. . La misma que no es la misma

. . No soy la misma que hace dos años, ni que hace 3 o 4. Tampoco que la de hace 6 o 7 en diciembre nublado. Tengo los mismos brazos pero mudé de piel seguramente. Las uñas y el cabello también me crecieron. Mi saliva seguramente sabe diferente. Mis ojos no ven igual, de hecho ya no uso las gafas para ver a donde sea que mis ojos quieren. Quizás si soy un poco de cada una de ellas, no sería yo de haber cambiado tanto. Y creo que es divertido pensar en cada una de ellas como tercera persona y verme desde la puerta. Todo esto es divertido y espero continuar paseando mucho rato más. Saludos, desde la puerta. .

:: De Mulan

. . De esas veces que recuerdo la asexualidad del amor. Ese amor que se respira y no se ve, que se acaricia y no se mira, que se come con la lengua y sin cubiertos: que se come con las manos, con los dedos, con los pies. Una vez soñé con una galería, una de esas que guarda cosas viejas: una Venus de tamaño natural en mármol blanco que olía a violeta. La noche resaltaba el júbilo de su espíritu, pues mientras todos dormían ella quería correr. Corríamos pues llovía y fue sin duda, la noche más húmeda que he podido soñar. Nos mojamos tanto, que el agua escurría por mis piernas temblorosas de tanto correr. Un frío cosquilleante me recorría desde la punta de mis pies, subía como calambres por mis piernas y torcía mi pelvis contrayendo cada uno de mis músculos. Era un frío camaleónico que de pronto ya no era frío sino calor, un calor que derretía el hielo estalagmático de mi interior, que escurría como miel por mi entrepierna. Un calor que metamórficamente se volcaba en ardor ácido en mi est